Cuando usted no esté, los perros que han sido enterrados a lo largo de toda su vida se habrán abierto, sus entrañas alojando respuestas complicadas de ver, digeridas a medias, oblicuas desde la cruz a las pezuñas. Un motor desconocido será incendiado de nuevo y les activará, a pulsos eléctricos, las conexiones necesarias para poder optar al oprobio del movimiento, una vez más. Un instante grosero.
Aleteando, a rastras, doblemente vencidos, expulsados y finales,
se marcharán los cuerpos dejando a los pies de la horda la desidia inhumana del gólem: visto desde arriba, en suplicio aéreo, si unimos los cráteres se leerá una sola palabra escrita, un solo signo, grabado en un agujero-cuerpo. El patrón de todos los silencios.
El resumen de su vida.
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