12/5/10

peso.






usted,
habitaba aquella cama de una manera volátil, sin el orden preciso de las coordenadas. leve, como si con usted no fuera, lamía el tiempo y lo arrugaba. pequeña hoz muerta de risa.

nosotros vimos postrarse al león de las horas frente al regazo que habría de alumbrarnos. pensamos que hacía tiempo que no hablábamos en la oscuridad
de lo que vendría en el futuro.
vimos como se recogía el pelo con las bridas del paraíso terreno y el alambre y lo perdido y la culpa.

y parecía que aquel día, madre,
iban a iluminar las cincuenta calles oscuras del doble núcleo:

el corazón.









.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

qué bueno! y qué foto!
cada día me gustas más :)

Anónimo dijo...

vaya, y doble emtusiasmo por cortesía de blogger...
...

Ruth

Marco Antonio Raya dijo...

gracias ruth! pues a seguir disfrutando. ;)