el resplandor de sus dedos empieza por decir comedme y comed todos de él y seréis llevados a la puerta del marasmo, de la llave ardiendo bajo la lengua. ensalmados, opiáceos ojos que nublan la visión del buen hijo, hoy cetrero de la corte, relámpago de carne y huesos.y aúllan los encerrados en los cuerpos de los vivos. y nos llaman para descubrir, horrorizados, que no deseaban nada de lo que tienen.un fino hilo de saliva cruza la habitación, de un extremo a otro.esta vez,no se ha salvado nadie.
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3 comentarios:
sin palabras
con hormigueo
oh qué fauces tan tan tan abisales tienes...
para comeros mejor.
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